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Para mí Open Dharma es como un pan muy especial.. Al principio no me llamaba mucho la atención. Todo el mundo tumbado todo el día, desparramados por el suelo, con aspecto seductor. Para mí era lo menos parecido a la meditación. No, no, no. Y me oponía porque yo quería un retiro de meditación y sé lo que es un retiro de meditación, he visto fotos, he estado en otros retiros, he leído libros, he escrito alguno. Sé de lo que hablo. Y esto no es un retiro.
Pero sólo para probar y por consejo de Jaya, decidí no oponerme más y me puse en manos de ese triunvirato de “Jis”, que me sonreían de forma tan desconcertante. Y empecé a amasar la masa de este open dharma. Tamicé la suave, blanca y expansiva harina de Jaya, leyendo poemas de Rumi como si los estuviera escribiendo ella misma delante de nosotros. Probé la buena y terrenal sal de Gemma, hablando de las luchas prácticas y específicas con la naturaleza de la mente. Y en algún sitio, en algún rincón oculto de la cocina, olí la levadura extraña, ilógica y mágica de Ajay fermentando, a su propia manera, mientras sonríe pensando en la metáfora que se le acaba de ocurrir sobre la espiritualidad y los teléfonos móviles.
El horno era el precioso espacio del retiro, donde todas tus listas no sirven para nada debajo de un árbol, que no tiene ningún interés en cuál será tu próximo destino y qué aventuras has tenido. Al lado de un lago o de siete personas, a los que poco les preocupan tus asuntos, cómo esto y aquello se relaciona con tu supuesta vida real. No tienes que complacer a nadie, o tratar de hacer que nadie se parezca a ti. Un sitio donde puedes guardar silencio, para poder escuchar mejor tu corazón. Donde puedes ver el viento pasar.
Pero hace falta algo de fuego para hacer un buen pan. Y ese fuego, creo yo, que sólo viene de tu interior. Un fuego que sale de tu vientre, donde empiezas a sentirlo, donde te das cuenta que irradia por todo tu ser, pequeñas llamas relucientes como si de lámparas de aceite se trataran, que iluminan tu camino a casa.
Podría haberme opuesto hasta el final y haberme negado una y otra vez durante diez, veinte días o toda mi vida, pero me habría perdido el sabor de este pan tan delicioso, tan caliente y dulcemente cocinado en el horno, sabiendo que sin ti no habría crecido. Hubiera podido, pero habría sido un error imperdonable. ¿Por qué pasar hambre, cuando hay tanta comida a tu alcance?
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Ajay: “Deja que los sonidos lleguen a ti”.
Gemma: “No, no, no hagas bromas con la mente. Si intentas engañarla: zas. Te atrapará en un santiamén. Tienes que acercarte de forma suave, muy suave”.
“Muchas veces digo que la meditación consiste en dejar a la mente fuera de un trabajo que es demasiado para ella. Hacemos de la mente un rey, pero no es tan grande como para que rija toda nuestra existencia. Si hubiéramos hecho de ella la mano del rey, todo este asunto de la meditación sería recordarnos que la mano es sólo la mano. Puede relajarse. Puede volver a ser sólo una mano”.
Jaya: “¿Y has esperado ocho días para decírnoslo?”
Mi consejo personal para meditar es: Ya sabes cómo meditar. Cómo expandirte y ser. Es algo natural. No se puede aprender la meditación, sólo tienes que acordarte.
Reino Unido
Con la ayuda de la aceptación y el ambiente femenino que Jaya, Gemma y Ajay ofrecen en el retiro, pude encontrar coraje para “entrar en el fuego” y poco a poco rendirme en los brazos del silencio.
Israel
Open Dharma confía y sabe la forma de desbloquear la sabiduría inherente en las personas. En muy pocas ocasiones mencionan la palabra “no dualidad”, pero su planteamiento es el de ver que cada cosa tiene su libertad natural que se expresa de formas diferentes en diferentes personas.
Tumbarme ha sido de gran ayuda. Me gusta cuando Jaya habla de que la vida es algo más grande que la vida y la muerte.
Teneros a vosotros, sabiendo que me escucháis, me hace sentir que puedo confiar y no tengo que ocultar mis fallos. Eso me ha ayudado enormemente para aclarar los nudos que más miedo me daban y no quería ver. Tener esta comunicación honesta y profunda con otro hace que las cosas que no quiero ver sean más claras y reales.
Me gusta tener un guía y a la vez disponer de la posibilidad del espacio necesario para descubrir mi propia experiencia, sin etiquetas de lo que está bien o está mal.
Explorar el silencio, así como la relación con los demás durante los retiros abiertos me aportó el dinamismo necesario para poder explorar diferentes aspectos de mi existencia. También pude disfrutar del silencio completo.
Sentarme en un pequeño grupo y compartir las experiencias propias durante días puede suponer un desafío; pero saber que estoy en manos seguras es una dicha plena, que abre la posibilidad de hablar desde un lugar seguro sin necesidad de adornos.
Me ha ayudado mucho estar en un grupo en el que puedo ser yo mismo, que me ha alentado a ir por mi camino, sin necesidad de encasillarme en una categoría.
~Jens-ji, Suecia
Recuerdo la primera vez que fui a un retiro de Open Dharma hace tres años, Me sentí como en casa de forma instantánea —Fue como si hubiera encontrado una nueva familia, o algo que había estado buscando sin darme cuenta.
No me podía creer todo el amor que fluía, pero se podía sentir, palpar, era algo bonito y gozoso.
Desde aquel retiro, no he conseguido acudir a otros profesores. Son personas que dan mucho amor y que te cuidan, que saben lo que cada uno necesitamos para nuestro desarrollo interior. No tengo palabras suficientes para expresar toda mi confianza y amor hacia ellos.
Año tras año sigo sintiendo lo mismo, cada vez que hago un retiro con ellos, es como volver a casa de nuevo.
Sus charlas son reveladoras y abren el corazón. Siempre he sentido que era lo que quería escuchar en el momento adecuado, como si lo que estuvieran diciendo lo dirigieran especialmente a mí. Pero no sólo es lo que dicen, sino lo que se siente en las enseñanzas y meditaciones... una profunda sensación de paz, donde no es necesario nada más que descansar y confiar en que lo que hay en tu interior se exprese.
Recuerdo que una vez en Sarnath le estaba contando a Jayaji mi “drama” (“bueeeno, es que....”- se puede terminar la frase con cualquier cosa que suene terrible y difícil de superar), y ella se limitó a sonreír con una mirada cargada de amor y decirme “No te creo”. Descubrí que no tenía argumentos convincentes para lo que estaba diciendo, así que dejé de creerme a mí misma.
Pero lo mejor de ellas es que no son nada convencionales, no siguen ningún método que haya que respetar: improvisan sobre la marcha según sea necesario. Y en la mayoría de las ocasiones, lo que es necesario es tumbarse y descansar para soltar las tensiones y condicionamientos.
~Virginie-ji, Francia
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