emotions and mind-states
~ Emociones y estados mentales

La familiaridad con nuestra propia experiencia nos enseña dos importantes caminos, para liberar la sabiduría de la energía de las emociones:
considerarlas seriamente o no darles importancia.


Considerarlas seriamente

Cuando comprobamos con qué rapidez y facilidad parece cambiar el mundo que nos rodea, según nuestro humor, vemos la importancia de observar nuestros estados mentales. Cuando tenemos hambre, pero no nos damos cuenta, estamos irritados y podemos iniciar una pelea que puede acabar con una amistad. Asimismo, las emociones positivas desencadenadas por algún elogio o éxito, pueden distorsionar nuestras percepciones. Podemos aceptar cosas o a alguien, que nos provoque una mayor negatividad a la larga. Incluso cuando pensamos que estamos tomando una decisión acertada, la parte emocional del cerebro ya le ha dicho a la parte que se encarga del pensamiento lo que es importante. Actuar, pensar y vivir una vida gobernada por las emociones es vivir esclavos de nuestro pasado.

~ A través de nuestra experiencia podemos ver que las emociones dirigen nuestras vidas. La clave para la libertad está en el hecho de poder observar los mecanismos de la emoción, y cómo los estados mentales interactúan con los pensamientos, el cuerpo y con otros sentidos y percepciones. Algo fresco, fluido y receptivo en nosotros está ya “detrás de la escena”. Tenemos que dejarnos “descansar” en ese “lugar” receptivo que ya es consciente, que sabe que la rabia nos ha abrasado y el miedo limitado.

~Hay otra manera de “tomarnos las emociones en serio” sintiendo el valor de toda la energía que está atrapada en ellas. Podemos jugar a separarlas; observando el ímpetu específico de cada emoción, el pensamiento que la mantiene viva, la emoción que no culpa a nadie y después el deseo o la necesidad que hay detrás de esa emoción.


No darles importancia

Lo curioso es que es nuestra propia resistencia a querer ver las emociones claramente lo que nos bloquea. Pensamos que no debemos ser tímidos, o estar tristes, o solos, o enfurecidos o tener miedo. En vez de ver esos sentimientos con claridad, rechazamos la viveza y potencia de nuestra experiencia. Las emociones solo nos dominan porque sentimos su desenfrenado poder con vergüenza.
Lo que necesitamos es mirar todo con amor.

Aceptando y permitiendo que el flujo de nuestras experiencias revele el poderoso juguetón que todos poseemos. Sin sentir miedo, podemos experimentar con emociones y estados mentales. Por ejemplo:

~ Siente la energía y la forma del sentimiento que denominamos “miedo” o “juicio” directamente. Deja a la experiencia que flote, como si estuviera en un mar de suavidad. Déjate llevar por esa suavidad en vez de por la vibración o la forma de la emoción. Poco a poco, deja que el nombre de la emoción, incluso la palabra emoción, se desvanezca, para que la cualidad de la sensación fluya libremente, quizá de forma inesperada.
Cuando mirar con ojos de amor nos permite ver completamente, se puede liberar un hábito-energía bloqueado en forma de emoción.

~ Date cuenta de los cambios de humor a lo largo del día. Observa las diferentes maneras de interpretar una misma experiencia —el sonido de una campana, una voz, un plato de arroz— dependiendo de tu estado emocional.

~ Enfatiza la importancia de cuidar tu estado interior. No te creas pensamientos y emociones, juega a encontrar otras interpretaciones a tus experiencias. Por ejemplo, cuando se están riendo y pensamos que se ríen de nosotros, puede que se estén riendo de ellos mismos o de otras cosas

~ Recuerda tus prioridades: una amistad duradera es más importante que un ataque de ira temporal, la creatividad propia es más importante que la inseguridad o intentar que las cosas sean perfectas.

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