(de izquierda a derecha Jaya Ashmore, y Gemma Polo Pujol)
Un amigo espiritual nos puede inspirar a conectarnos con nuestro potencial, pero sólo nosotros podemos recorrer nuestro propio camino, escuchar nuestra voz interior y alcanzar nuestro potencial. Nadie más que nosotros lo puede conseguir, pero está bien necesitar ayuda para canalizar el amor y la sabiduría en nuestras vidas.
Jaya Ashmore ha dedicado su vida al despertar espiritual — con su propia meditación desde 1986 y ayudando a otros desde 1999. Las principales influencias en sus enseñanzas son: su juventud en una familia cristiana, la práctica del budismo Tibetano y Theravada, sus seis años con el maestro Advaita Sri Poonjaji , sus quince años practicando Jin Shin Jyutsu, y su larga amistad con su amigo Ajay Singh. Ha vivido la mayor parte de su vida adulta en India, y ahora también vive durante la mitad del año en Dharmaloca en el norte de España.
Gemma Polo Pujol nació en Barcelona, España, en 1976. A los 11 años empezó a meditar por iniciativa propia, inspirada por San Francisco de Asís. En 1992, empezó a practicar intensivamente Zen durante diez años. Durante aquel periodo, estuvo dos años como monja contemplativa y también como activista católica en América Latina. Más tarde, durante una época en la que trabajó de apicultora en una explotación ecológica, estudió Agricultura, Desarrollo Internacional y Religión. Desde 2002 vive parte del año en India, organizando retiros en dicho país y en todo el mundo a través de Open Dharma.
Los facilitadoras de Open Dharma a veces invitan a participantes con más experiencia, para que les ayuden a impartir sus enseñanzas.
Las enseñanzas son gratuitas.
~ El papel de los facilitadoras
Buda dijo que nosotros teníamos que ser nuestro propio refugio, nuestra propia luz, que él sólo podía señalar el camino hacia la iluminación, pero que sólo nosotros podríamos recorrerlo.
Los facilitadoras son sólo guías.
Ellos están recorriendo el mismo camino que los participantes, la diferencia es que conocen los obstáculos y pueden ayudar a superarlos y aclarar determinadas confusiones. Pueden ser fuente de inspiración, pero sólo los participantes pueden hacer el trabajo y darse cuenta de las ventajas que les reporta su práctica.
Los facilitadoras son sólo amigos espirituales dispuestos a compartir su sabiduría adquirida a través de su propia práctica. Ninguna persona puede liberar a otra. ¿Por qué? Porque la capacidad para ser libres está ya dentro de nosotros. Tan solo tenemos que descubrir la forma de desarrollarla.
